lunes, 31 de agosto de 2015

ELIZABETH EULALIA PUEBLA VASQUEZ

PROTAGONISTA DE NUESTRA BREVE HISTORIA

Para iniciar esta historia, debo tratar de remitirlos hacia algunos años, en realidad varios años atrás, otra época de lo que fue nuestra Comuna.
Durante la  década de los años cincuenta, Quilicura, como ya hemos dicho otras veces, era una pequeña aldea, silenciosa, tranquila, apacible y muy quieta.
El tiempo se detuvo durante muchos años en nuestro pueblo y a veces parecía como si las estaciones fueran eternas.
Quilicura era una aldea verde y florida donde nadie ni nada parecía alterar la paz. Éramos parientes, amigos y vecinos que convivíamos en una armonía permanente y en esas relaciones, el respeto era el valor fundamental.
Los antiguos Quilicuranos hablaban con mucho, orgullo de sus barrios y cautivamente pertenecían a ellos. Era reconocido el sector “pueblo”, el sector “las parcelas”, “la estación”, “San Luis”, “Lo zañartu”, “Lo campino”. Todos formaban parte de nuestro paisaje y de nuestro lenguaje.
Uno de estos barrios, era “Carampagne”. Una calle de casas pequeñas,  de árboles y jardines y de golondrinas en los días del verano.
En ese sector nació Elizabeth, el día 03 de marzo de 1948, hace 67 años. Allí junto a su familia y sus 09 hermanos, ELIZABETH EULALIA PUEBLA VASQUEZ, presenció como la vida apacible de Quilicura comenzaba lentamente a cambiar.
El cambio venía desde lejos, pues en el año 1964, llegaron desde Cerro Blanco, las familias que se instalarían en la incipiente Villa Gildemeister, una villa nueva y distinta que transformó el paisaje de nuestras casas de adobe y trajo, sin saberlo entonces, un nuevo movimiento cultural.
En esa villa despertaba el teatro, el deporte, la música y el folklore.
Elizabeth Puebla, pasó de sus juegos de infancia a la adolescencia en el barrio de Carampagne. Pero el amor de su vida, llegaría desde Cerro Blanco.
Fue un hermoso encuentro, Manuel Contreras Jiménez era músico y Elizabeth, por entonces llevaba el deporte en sus venas. Era una destacadísima basquetbolista y fue lo que la hizo conocida y popular en aquel antiguo Quilicura.
Es difícil imaginar hoy, como era nuestra cultura entonces.
Quilicura, era un pueblo de escasas luminarias y pasadas las nueve de la noche, ya nadie circulaba en sus callejas. Nada interrumpía el silencio nocturno.
Sin embargo, en el barrio de “las parcelas”, a la entrada de Lo Campino, había una vieja cancha de basquetbol con un deteriorado piso de cemento. Era la única cancha de basquetbol que había en nuestro pueblo.
Sus tableros eran unos añosos tablones de donde colgaban los aros de fierro.
En ocasiones, unas débiles ampolletas iluminaban la cancha por las noches, una tenue iluminación que permitía que los niños y los jóvenes se congregaran junto al pequeño campo deportivo.
Precisamente, en ese lugar, es donde desarrolla parte de la historia de Elizabeth Puebla.
Era en este rincón de Quilicura donde se reunían los jóvenes que gustaban del básquetbol, y allí, unas cuantas jovencitas provocaban el griterío de la hinchada. Elizabeth, era una de ellas, aunque era extrañísimo que alguien pudiera jugar basquetbol en este rincón del mundo.
El barrio se llenaba de vida y de jolgorio, generalmente las rivales venían desde otras comunas.
Las débiles luces se apagaban entonces cerca de las diez y media de la noche, cuando terminaban los encuentros.
Elizabeth formaba parte del Club “Magallanes”, con el que obtendría muchos torneos.
En el año 1972, contrajo matrimonio con el joven folklorista del grupo “Yaraví” Manuel Contreras Jiménez, con quien se había conocido en las veladas deportivas y musicales.
Entonces se radicaron en el barrio antiguo de “Lo Campino”.
Conformaron su hogar junto a sus hijos Marisol, Marisa, y Víctor.
La música y el deporte dejaron el primer plano y otras responsabilidades de la vida les condujeron a las alegrías y los pequeños detalles del hogar, se volcaron en la búsqueda de la felicidad a través del trabajo y el bienestar social.
Eran las difíciles década de los años setenta y ochenta. Los niños crecieron.
La familia se multiplicó y ya sus hijos no fueron tres, sino que fueron siete: Paola, Olga, Denissio, Roberta.
Una familia unida y luchadora, en las adversidades y en las alegrías que provocaba el respeto de todos sus amigos y vecinos.
Elizabeth Puebla, forma parte de nuestro pueblo, de nuestras tradiciones y de nuestra historia, es reconocida por todos como dirigente vecinal y como líder de los gremios de educación, incansable en sus proyectos de progreso, de justicia y de participación social.
Por esta razón están acá sus vecinos por los que tanto luchó y los que tanto quería.
Por la misma razón están acá los trabajadores de la educación a los que siempre trató de proteger.
Ella, forma parte de aquellas historias que sólo han conservado los Quilicuranos más antiguos, forma parte del  amor a la tierra, el amor a las plantas, el amor al pueblo y a sus tradiciones.
Forma parte de aquella gloriosa juventud de los años sesenta, donde con tanto idealismo construimos el mundo y donde la vida nos hacía felices con tan pequeñas cosas…
Precisamente la he venido a despedir a nombre de aquella generación, en el nombre de tantos que han partido ya, y que se quedaron como nosotros con el corazón lleno de amor por nuestra tierra.
Queridos amigos: de las virtudes, de las debilidades, de las fortalezas de su intimidad, nos hablaran sus hijos, sus sobrinos, sus nietos, sus más cercanos.
Lo que muchos de nosotros no sabíamos, es que hace más de un año, una cruel  e irreversible enfermedad comenzó a minar sus fuerzas y su vigor.
Es así como nos ha dejado al terminar este mes de agosto, provocando una profunda consternación entre los que la conocían y la recordaban, sabiendo que las fiestas familiares ya no serán lo mismo sin ella, sabiendo que las actividades del gremio de la educación ya no serán lo mismo sin la “Eli”.
Y aunque se cumplieron muchos de sus sueños, el sueño en lo íntimo de su corazón, de ver crecer a sus nietos, de verlos transformados en profesionales, ya no será posible.
Sin embargo su historia y la forma de vivir la vida se prolongarán en sus adorados nietos Víctor, Christopher, Nicole, Javiera, Camila.
Por mi parte, yo cumplo con lo que en más una oportunidad hablamos en las hermosas veladas del centro cultural, donde la vida nos unió por algunos años y pronuncio estas palabras para ti.
Ese día era impredecible, pero ha llegado.
Te encontrarás  en la eternidad con aquellos Quilicuranos de ayer y seguramente echarán a volar los recuerdos.


¡Elizabeth Puebla de Quilicura, de su historia y de su gente..! Entra en el reposo de la paz eterna.

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