Generalmente cuando se ha ido uno de aquellos antiguos quilicuranos, yo
les he despedido y he escrito alguna semblanza sobre su vidas.
Hoy no lo he hecho aunque somos vecinos desde siempre.
Hoy no lo he hecho aunque somos vecinos desde siempre.
Vivíamos desde el año 1956 justo al frente de esta casa de la familia
Corrotea Torres.
Nosotros somos la Familia Monasterio
Calderón, vivíamos desde esos años en esa casa de adobes y por lo tanto
conocemos a Nelson desde su infancia.
Es algo de egoísmo de mi parte no decir algunas palabras.
¿Por qué no hacerlo?
Esta es la Calle
de “Los carreras”, una tranquila y sombría calle, de las más bellas y antiguas de la comuna.
Como dije, nosotros como algunos de los que están acá, llegamos en la década del cincuenta o sesenta. Somos ya
muy antiguos en este lugar.
Por esta hermosa calle de nuestra infancia cada año descendía la
primavera que venía desde el cerro con los aromas de un pueblo campesino y
junto con ello la brisa saludaba a todas nuestras familias.
Por entonces no había mucha diferencia entre todos nosotros, éramos
todos familiares y conocidos, vivíamos en armonía en paz y en fraternidad y no
conocíamos las riñas ni la violencia.
Quilicura por aquellos años, como lo he escrito tantas veces, era una
aldea de paz y de concordia.
Lejos de nosotros las disputas y las envidias.
Los adultos cuidaban a todos sus niños y especialmente en este barrio
parecía que la palabra comunidad alcanzaba su grado de plenitud.
Y acá, frente a nuestra casa, vivía la Señora Agustina Torres con todos sus hijos y
es aquí donde conocimos a Nelson Corrotea
, quien hace pocos meses, en octubre , había cumplido 76 años.
Hablo de esos años, entre los cincuenta y sesenta, que fue la época de
la juventud de Nelson.
Quilicura sólo tenía dos vías de participación y la juventud se
congregaba en torno a estas instancias de encuentro.
Una de ellas era la expresión religiosa de católicos y evangélicos, especialmente
de estos últimos que llenaban las calles los días domingos con sus cánticos y
sus instrumentos.
Lo otro que atraía la atención de los vecinos era sin duda el fútbol,
con toda la pasión de los que juegan y aman ese deporte.
Eran pues los domingos en Quilicura, cánticos y fútbol.
Nelson jugaba en el club de sus amores y de toda su vida, el Club
Deportivo “Atlético Cóndor”, que había sido fundado al inicio de los años
treinta.
Antiguo Estadio Municipal. Año 1961, desfile inaugural :Club Condor. |
El Club “Cóndor” tenía los
colores de Chile y sus camisetas rojas eran muy hermosas, y allí Nelson con toda su pasión y arrojo defendía justamente
esos colores.
Era un futbolista aguerrido y pasional.
Era un futbolista aguerrido y pasional.
Éramos por entonces rivales, porque yo defendía la camiseta del Club “Biblioteca” del cual están algunos nombres acá.
Aunque Nelson era una persona muy tranquila que había creado su propio
mundo casi de una manera solitaria, canalizaba su energía en el trabajo y en el
fútbol.
También fue un connotado jugador de tenis de mesa teniendo pocos rivales
en el Quilicura de entonces.
Pero lo característico de su personalidad era la soledad, ya que no le
conocimos ni amigos ni amores, sólo el gran amor por el club deportivo.
Tenía sus limitaciones, del mismo modo que todos las tenemos.
El era mayor que toda "la patota" que nos reuníamos en esta calle.
El era mayor que toda "la patota" que nos reuníamos en esta calle.
Hace unos momentos, mientras estábamos en la oración, yo recordaba a mi
madre que está en el cielo.
Sin duda ella está contenta de que yo diga estas palabras, sin duda que
estaría aquí junto a nosotros porque de ella emanaba un amor entrañable por todos los vecinos, quería a todos los niños de
la cuadra y nunca se olvidaba de ninguno de ellos.
Ella también quería mucho a Nelson y a esta familia.
Fuimos vecinos toda la vida y compartimos tantas vivencias de aquellos
lejanos años.
Mi madre debió sentir una gran alegría de que otros de esos niños de
ayer, de que otro vecino llegara a su
lado, de que este niño y joven acompañara hoy también a su madre allá en el
cielo.
Era egoísta de mi parte no expresar estos sentimientos.
Por eso, mis queridos vecinos y amigos me he permitido expresar estas
palabras; para evocar ligeramente aquellos años de ayer.
Yo no hablo sólo por mí.
Hablo por todos aquellos hombres y mujeres que han construido esta
comuna desde aquellos años, gente pobre y esforzada.
A nombre de aquel Quilicura, a nombre de aquellos vecinos, a nombre de
los integrantes del “club Cóndor” que hoy no están acá, a nombre de todos los
jóvenes que compartimos tu adolescencia y tú juventud yo te despido Nelson.
Quiero que te vaya muy bien en el
camino que te lleva a la
eternidad.
Ya nos encontraremos con todo
este barrio, con todas las familias: Monasterio, Corrotea, Valladares,
Sertrage, Villegas, Moya y estarán con nosotros todas las vivencias que compartimos desde
siempre.
Te despido a nombre del Quilicura de la nostalgia que ya no existe.
Éramos diferentes pero las deudas están saldadas
Mi aplauso y mi gratitud para ti.
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